jueves, 5 de septiembre de 2013

I ENCUENTRO DIOCESANO DE AGENTES Y ANIMADORES DE PASTORAL VOCACIONAL

la Pastoral Vocacional, no es un organismo de contratación, ni una oficina de servicio al usuario para la atención de interesados a la vida consagrada sacerdotal y religiosa, es simplemente una área de la Pastoral de la Iglesia, que se encarga de hacer promoción y animación vocacional para hacer optar o radicar a cada uno de sus fieles en el llamado que el señor les ha hecho desde su vida,en su vida y para su vida. Es por eso qué, no, se puede realizar una pastoral exclusivamente desde el ámbito religioso, hoy por hoy, ante la crisis de fe, todos aquellos que hemos asumido la pastoral vocacional como proyecto de vida hemos de unir fuerzas e intereses para poder, desde luego volver hacer un llamado a la humanidad para que puedan descubrir la Voz de Dios que nos llama a ser sus hijos y a servirle de una manera auténtica en las diferentes opciones que tenemos para ser más humanos y cristianos. Por tanto la Pastoral Vocacional de la Diócesis de Pereira, realizará este sábado 14 y domingo 15 de septiembre el I Encuentro Diocesano de agentes y animadores vocacionales; con el fin de organizar una pastoral desde la comunión con las comunidades religiosas femeninas y masculinas tales como Paulinas, Hermanitas de los pobres de San Pedro Claver, Religiosas de San José de Gerona, Siervas del Santísimo y de la caridad, Misioneras y misioneros contemplativos ad-gentes, Misioneros de Yarumal y el Equipo de pastoral vocacional del Seminario Mayor de Pereira. Este encuentro se llevará a cabo en la casa de retiros de los Misioneros y misioneras contemplativas ad-gentes en el pital de combia, con un costo de $ 50.0000 por persona que incluye transporte, alimentación y hospedaje. El encuentro iniciará desde el sábado a las 8:30 a.m. hasta el domingo a la 1:00 p.m. Cualquier información por favor comunicarse con el seminarista Jhon Eduar Valencia Largo al 3300208 Extensión 106 o al 31371000077.

II RECONTRA CHÉVERE. ENCUENTRO PRÓXIMO DE ASPIRANTES

El celibato no es el “precio que hay que pagar”, esto no es un trabajo

El celibato no es el “precio que hay que pagar”, esto no es un trabajo El cardenal Piacenza asegura que la falta de vocaciones se debe a que las familias no viven la fe 05.09.2013 Por. Alvaro Real. “El problema no es la “conjetural falta de vocaciones”, sino que es un problema de fe”, explicó el cardenal Mauro Piacenza, que unido a la visión del sacerdocio no como un trabajo, sino “una vida para la cual has sido escogido”, a la importancia del discernimiento, de la oración o la humildad en los futuros sacerdotes, mostraron un mapa de las circunstancias del mundo y de las vocaciones. En su intervención, a los responsables de la pastoral vocacional en España, el Cardenal Mauro Piacenza comenzó mostrando el cambio de circunstancias del mundo y la actualidad del documento “Pastores dabo vobis” y afirmó que sería un error imperdonable “no tomar en seria consideración estos cambios” así como “perseguir torpemente todas y cada una de las novedades sociales, culturales e incluso informáticas, pensado que con ello se pudiera encarrilar a los jóvenes”. El Prefecto de la Congregación para el Clero no quiso recordar el contenido del documento, sino explicar algunos puntos y relaciones cruciales de la actualidad para entender las vocaciones en el mundo de hoy. La primera de estas relaciones es la relación entre la Fe y la Vocación. Una relación que calificó de genética: “no puede más que nacer en una vida de fe”; generativa: “produce” un nuevo modo de creer y de relacionarse con el Misterio” y recíprocamente formativa: “la fe atrae para sí una nueva manera en el modo de profundizar y de clarificar la Vocación”. Bajo estas premisas, el cardenal Piacenza reconoció que “el problema no es la “conjetural falta de vocaciones”, sino que es un problema de fe y como tal subsiste. La fe de las familias, la fe de las comunidades cristianas, la fe de los pastores, en definitiva, el ardor misionero que debe acrisolar dicha fe”. Según afirmó el Prefecto de la Congregación para el Clero “la naturaleza sacramental de la Iglesia nos mueve a reconocer cada día, en nuestro ser y en nuestro obrar, que la Iglesia es la presencia del Resucitado en el tiempo y en la historia “y explicó que si se prescinde de tal naturaleza sacramental y sobrenatural de la Iglesia es “totalmente incomprensible el contacto del sacerdote con su ministerio”. “Este no es un trabajo que hay que hacer o unas funciones que hay que realizar en la práctica, sino todo lo contrario, es una vida para la cual ha sido escogido, en la que está inmerso y de la que vive concretamente”, explicó el cardenal Piacenza. La pastoral Vocacional Siguiendo con su conferencia a los formadores de los Seminarios Mayores de España, el cardenal Piacenza pidió algo muy simple: “oración personal por las vocaciones”: “Un obispo que no tiene vocaciones debe preguntarse: ¿cuántas horas al día hago oración para que florezcan? Un Rector que no tiene vocaciones debería hacer lo mismo”. “En cada parroquia tendría que existir una hora de adoración eucarística semanal sólo por las vocaciones”, continuó: “En cada diócesis, un centro de adoración eucarística perpetua en el que converjan las mejores energías de la pastoral juvenil”, y también quiso recordar las intenciones específicas: “en las Santas Misas de los días festivos y mediante específicas intenciones en la Plegaria de los fieles mandadas por el Obispo, el Pueblo de Dios debe implorar por las vocaciones sacerdotales.” El cardenal Piacenza pidió que se cuiden las vocaciones nacientes, que sea modelo los profesores de religión y cuidar el seminario: “Es necesario que el seminario sea una real comunidad cristiana, un lugar en el que Cristo sea el protagonista, el Evangelio sea anunciado y vivido, la Tradición recibida, elaborada y auténticamente propuesta, todo ello en una liturgia realmente capaz a fin de que los jóvenes hagan la experiencia del Misterio, introduciéndoles progresivamente y motivándoles en todo aquello que, con el paso del tiempo, ellos mismos llegarán a ser instrumentos”. En este momento de formación, el prefecto quiso poner de manifiesto la necesidad de la formación afectiva y la distancia sideral entre “la antropología cristiana y el común y actual “vivir social”: “Quizás todavía nos encontramos en aquella “zona gris” en la que los cristianos no son todavía una menor parte de la sociedad, pero ya nos encontramos casi como si estuviéramos situados fuera de la cultura”. Para contrarrestar esta fragilidad afectiva que muchos jóvenes poseen es necesario, explicó, “que se le responda con una propuesta formativa radical, teológicamente fundada en una cumplida teología y en una consecuente, clara y luminosa eclesiología”. “En ningún caso el celibato es el “precio que hay que pagar” para llegar a ser funcionario de una organización no gubernativa condenada a desaparecer”, explicó, “la vocación al celibato se acepta en la oración, se madura en la oración, se elige en la oración, se implora continuamente en la oración y hasta se sana en la oración. Los apóstoles estaban delante del Maestro y mirándolo veían la razón del propio modo de vivir. La oración es estar delante del Maestro, es mirarlo, es recibir las razones de la propia existencia”. El discernimiento Finalizó su intervención haciendo alusión al año Propedéutico y mostró que “no deben existir surcos, ni cráteres, ni “kenion” entre la pastoral vocacional y el año propedéutico, ni tampoco entre el año propedéutico y el Seminario”, sino que “debe vivirse en una armoniosa continuidad, con el discernimiento de todo aquello que es “hombre viejo” y del que es necesario separarse”. “Es necesario formar sacerdotes humildes, conscientes de que el Sacerdocio, que anida en ellos, es un servicio al Pueblo de Dios, como nos ha recordado el Papa Francisco: “son ungidos para ungir al Pueblo” y que para ser totalmente al servicio del Pueblo de Dios deben ser enteramente propiedad de Dios, inmersos en Dios y pertenecientes sólo a El”, finalizó el cardenal Piacenza.

viernes, 3 de mayo de 2013

LA HISTORIA VOCACIONAL DEL PAPA FRANCISCO

La historia vocación del santo padre Francisco no es diferente a la de muchos sacerdotes y seminaristas. El joven Bergoglio como todo joven de su época tenía ya un proyecto en su mente. Nos cuenta Sergio Rubin, que Jorge junto a su novia se dirigía a una fiesta y al pasar por su parroquia porteña de San José de Flores, sintió un gran deseo de confesarse y fueron las palabras del sacerdote (cuyo nombre nunca reveló) que lo sacudieron. Fue en ese instante donde Jorge sintió un deseo por la vocación religiosa que llevaba ya dentro. Salió de allí muy emocionado de ser sacerdote de Cristo. Pero no se lo dijo a nadie. El único síntoma fue que al poco tiempo rompió con su novia. Fiel a su estilo reservado esperó unos años para anunciar su decisión a su familia. Su padre lo celebró. Su madre, en cambio, se enojó. Pero no se amilanó. Fue duro para él: ella no quiso ir a verlo durante los primeros años de seminario hasta que, finalmente, aceptó su decisión. Una decisión que -quien podría imaginarlo- lo llevaría muchos años después a ser el primer papa argentino y latinoamericano para sorpresa de los argentinos y de los católicos de todo el mundo. La demora en entrar al seminario pareció explicarse por su deseo de relacionarse con el mundo profano antes de abrazar la vida religiosa. Ya mientras cursaba la secundaria trabajaba por pedido de su padre. Pero acaso la experiencia más fuerte de su juventud -que le marcó el límite humano- fue una grave enfermedad que lo codeó con la muerte. Hubo varios días de incertidumbre porque los médicos no acertaban con el diagnóstico. Al fin, detectaron una infección pulmonar que requirieron un tratamiento con sondas que le provocaba dolores terribles. Las palabras de circunstancias para confortarlo no lo convencían. Hasta que una monja que sorpresivamente lo consiguió lo logró con una frase simple y directa: “Con tu dolor, lo estás imitando a Jesús”. Desde entonces, Jorge Bergoglio vive con un sólo pulmón, lo que lo obliga a administrar sus esfuerzos, si bien nunca fue una severa restricción. Recuperado, ingresó finalmente al seminario. Optó por los jesuitas porque le atraía su perfil de gran formación y cierto vanguardismo. Ya ordenado, quería ser misionero. Y añoraba con ir a Japón, donde los jesuitas tienen una fuerte presencia. Pero no logró la autorización de su superior. Técnico químico y profesor de literatura, la docencia se reveló como otra de sus grandes vocaciones. En su paso por el prestigioso colegio de la Inmaculada de Santa Fe, sus alumnos lo bautizaron “el profe Carucha”, severo, pero muy querible. El se esmeraba: llegó a llevar a la provincia para su clase nada menos que a Jorge Luis Borges. Con apenas 37 años, se convirtió en superior de los jesuitas en la Argentina. Eran los tiempos en de la violencia política, la última parte de la guerrilla y el terrorismo y el comienzo de la represión de la dictadura más sanguinaria que conoció la Argentina. Bergoglio terminó recalando en Alemania, donde realizó una tesis sobre Romano Guardini, el gran teólogo con una visión innovadora de la Iglesia. A su regreso a la Argentina -tras un paso por el colegio El Salvador, de Buenos Aires- fue destinado a la iglesia de los jesuitas en Córdoba, donde estuvo poco menos que recluido. Para muchos fue la continuación de un exilio forzoso. Pero pocos años después su vida religiosa daría un gran vuelco. A comienzos de los '90 el entonces arzobispo de Buenos Aires, cardenal Antonio Quarracino, lo señaló para que sea uno de sus obispos auxiliares. Comienza así su meteórica carrera que lo llevó de ser un complet out sider de la Iglesia a ser elegido vicario general de la arquidiócesis y finalmente el sucesor de Quarracino tras su muerte. Atraído por su inteligencia, espiritualidad y humildad, Quarraciono siempre contaba que en cada acto y oficio, cuando quería localizar a Bergoglio, debía buscarlo en las últimas filas, casi escondido. Ya como arzobispo, rechazó la coqueta residencia arzobispal de livos y el auto con chofer. Optó por vivir en la curia, frente a la plaza de Mayo, en una austera habitación. Y trasladarse en colectivo o subte. El primer aniversario del atentado a las Torres Gemelas fue clave para la proyección internacional de Bergoglio. Entonces, el argentino participaba como moderador suplente de un sínodo de obispos, en Roma. Como el titular, que era el arzobispo de Nueva York debió ausentarse a su ciudad para participar de la conmemoración, Bergoglio debió coordinar la asamblea, dejando una excelente impresión. Su prestigio ascendente terminó convirtiéndolo en el segundo más votado en el cónclave anterior, detrás de Ratzinger. Parecía que su tiempo había pasado tras la renuncia de Benedicto XVI. El ya tenía programado ir a fin de año, cuando se iba a efectivizarse su retiro, ir a vivir a la residencia porteña de los sacerdotes ancianos. Su Dios y los cardenales dispusieron otra cosa Nacido en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936, estudió y se diplomó como técnico químico. En su camino se cruzó la vocación sacerdotal y decidió ingresar en el Seminario de Villa Devoto. El 11 de marzo de 1958 pasó al noviciado de la Compañía de Jesús. Estudió humanidades en Chile y en 1960, de regreso a Buenos Aires, obtuvo la licenciatura en Filosofía en el Colegio Máximo San José, en la localidad de San Miguel. De 1967 a 1970 cursó la licenciatura en Teología en el Colegio Máximo de San Miguel. Recibió los órdenes sagrados el 13 de diciembre de 1969. Tras ocupar varios cargos de autoridad en la orden jesuita, el 31 de julio de 1973 fue elegido provincial de la Argentina. Entre 1980 y 1986 fue Rector del Colegio Máximo de San Miguel y de las Facultades de Filosofía y Teología de esa misma Casa. En 1992 el Papa Juan Pablo II lo nombró obispo auxiliar de Buenos Aires. Recibió la ordenación episcopal el 27 de junio de ese año y en 1997 fue promovido como coadjutor de la misma arquidiócesis. El 28 de febrero de 1998 se convirtió en el primer jesuita en ser primado de la Argentina, tras suceder al cardenal Antonio Quarracino. Nombrado cardenal presbítero el 21 de febrero de 2001, recibió la birreta roja y el título de San Roberto Belarmino. Asistió como relator general adjunto a la X Asamblea Ordinaria del Sínodo de Obispos, que tuvo lugar en Ciudad del Vaticano del 30 de setiembre al 27 de octubre de 2001. Asistió también a la XI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos del 2 al 23 de octubre de 2005. Es también miembro del consejo post-sinodal de la XI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. El 9 de noviembre de 2005 fue elegido Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina para el trienio 2005-2008. En la Santa Sede, forma parte de la Congregación para el Culto Divino y la disciplina de los Sacramentos, la Congregación para el Clero, la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Asimismo, integra el Pontificio Consejo para la Familia, la Comisión para América Latina (CAL) y el Consejo Ordinario de la Secretaría General para el Sínodo de los Obispos. Según las diversas versiones que han reconstruido el Cónclave de los días 18 y 19 de abril de 2005, Bergoglio fue el depositario de un grupo de votos que originalmente captó el arzobispo de Milán, Carlo María Martini. El arzobispo de Buenos Aires habría obtenido hasta 40 votos, pero fue tan fuerte la emoción que pidió abiertamente a los otros cardenales que no le eligiesen. El cardenal Bergoglio ya era uno de los favoritos para ser Papa, y es cuando el 13 de marzo del 2013 lo es elegido, y así se convierte en el primer Papa Latino Americano, el primer Papa Jesuita, y el primero en llamarse Francisco. Copyright Clarín

martes, 30 de abril de 2013

La Vocación sacerdotal es don divino, que nadie se otorga, sino que es el mismo Dios quien lo regala, a quien él mismo ha elegido sin méritos algunos sólo por su infinita misericordia...El que se sienta llamado a hacer grandes cosas, a hacer cosas extraordinarias, cosas sobrenaturales; no se le olvide que en su ser está aconteciendo algo DIVINO, que no le pertenece, pero es cómo si se lo hubieran regalado.